Una película preciosa, de ésas de que le reconcilian a uno con la vida, y al mismo tiempo le hacen un nudo en la garganta. Todos los personajes sacan lo mejor de sí mismos desde la primera escena. Uno de los más notables es el sacerdote: enseguida se da cuenta de que su labor de “consolar a un desdichado”, como él mismo dice, no va a ser especialmente útil y por eso no sólo acepta que busque otros remedios sino que incluso le anima. Helen Hunt no es especialmente bella pero sabe seducir con el cuerpo, con los gestos, con las palabras…
Hay varias frases geniales, como “Si no tiene marido ni novio puede venir las veces que quiera; y no soy virgen.” Pone una nota de comedia que no desentona en medio del drama. Lo mismo se puede decir de los diálogos de la cuidadora con el recepcionista.
En fin, una película entrañable.
↧
Por: Rufus T. Firefly
↧